lunes, 8 de marzo de 2010

REAL

El descubrimiento más turbador de todos los contenidos en el informe de los bomberos es la aparente falta de reacción ante el fuego de la casi totalidad de las víctimas, como si los espectadores de la sala de cine hubieran considerado el incendio una escena más de la película que se proyectaba en esos momentos.

Mientras recorre las filas de butacas reducidas a esqueletos metálicos, la juez de instrucción contempla el desastre como si visitara una exposición de pinturas grotescas ejecutadas en las paredes, techumbre y puertas de la sala destruida, la obra de un artista con la inteligencia de un cretino pero dotado de una pincelada tan disciplinada como enérgica. Las superficies aparecen cubiertas por las instantáneas de una pesadilla autónoma de cualquier referente, códigos de una creación no humana en la que ella ha aceptado participar como espectadora no calculada. 


La puntera negra de sus zapatos de tacón se ensucia en la monotonía de ceniza que cubre el suelo mientras se acerca al investigador agachado junto al quicio de una de las puertas.

-Ah, buenos días, señora. Aquí es donde encontramos al único que no murió abrasado- 


Y ella, sin mirarle -¿Qué opina usted, le asesinaron? 

- No lo creo -responde el hombre mientras mantiene la vista en el suelo- Pienso que fue el único consciente de que el incendio era real. Intentó escapar pero las puertas estaban bloqueadas por el calor. 


Y luego - Se cortó el mismo la garganta cuando comprendió que iba a morir quemado.

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